Amigos de la noche de la caridad

miércoles, 20 de mayo de 2009

La caridad en la Vida de la Iglesia

El Documento de la Conferencia Episcopal Española «La caridad en la vida de la Iglesia », y el de la Comisión de Pastoral Social «La Iglesia y los pobres», pretenden promover en cada comunidad cristiana el testimonio de caridad con los pobres, con los marginados, con los que sufren.

Se trata de una tarea primordial en la vida de la Iglesia. Como dice el Concilio Vaticano II:

«La Iglesia abraza con su amor a todos los afligidos por la debilidad humana; más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura servir en ellos a Cristo» (Lumen gentium, n. 8).

Esta acción caritativa y social es al mismo tiempo humanizadora. Ayuda a quienes ejercen el servicio a los pobres a salir de sí mismos, a abrirse hacia los demás en compromisos concretos. Debe ayudar a los pobres a su elevación como personas.

El propio Concilio Vaticano II nos dice cómo debemos ejercer hoy nuestra caridad con los pobres:

"Para que este ejercicio de la caridad sea verdaderamente irreprochable y aparezca como tal, es necesario:

  • ver en el prójimo la imagen de Dios, según la cual ha sido creado, y a Cristo Señor, a quien en realidad se ofrece lo que al necesitado se da;
  • respetar con máxima delicadeza la libertad y la dignidad de la persona que recibe el auxilio;
  • no manchar la pureza de intención con cualquier interés de propia utilidad o con el afán de dominar;
  • cumplir antes que nada las exigencias de la justicia para no dar como ayuda de caridad lo que ya se debe por razón de justicia;
  • suprimir las causas, y no sólo los efectos, de los males;
  • y organizar los auxilios de tal forma que quienes los reciban se vayan liberando progresivamente de la dependencia externa y se vayan bastando por sí mismos" (Apostolícam actuositatem, n. 8).
Hoy el servicio eficaz a los pobres exige que, respetando toda iniciativa individual, se ofrezcan a los fieles y a todos los hombres de buena voluntad cauces de organización adecuada. La organización del servicio a los pobres tiene en la Iglesia una larga historia. En nuestra época esta organización ha adquirido nuevas modalidades, contando con la ayuda de las ciencias sociales y técnicas modernas de organización. Es un progreso. Pero a condición de que haya plena fidelidad a las motivaciones evangélicas y al carácter eclesial del servicio a los pobres.

El adecuado servicio a los necesitados exige, además de la acción de las organizaciones nacidas en la Iglesia, el esfuerzo de la mutua colaboración entre las instituciones. Y no sólo por razones de eficacia. La razón más profunda está en la comunión eclesial. La Iglesia es radicalmente misterio de comunión con Cristo y con el Padre en el Espíritu Santo y esto ha de manifestarse en toda su actividad pastoral incluida su acción caritativo-social.

Una dimensión de la caridad cristiana que debe animar las actividades de servicio a los pobres es la atención a cada persona. La organización exige hoy unos servicios técnicos, una burocracia. Pero hay que cuidar que estos servicios estén siempre orientados a la relación personal con aquellos a quienes hay que prestar ayuda. Esta misma relación interpersonal debe ocupar un lugar preeminente en el seno de cada institución y en la relación entre las instituciones. El Espíritu de amor mueve a toda la Iglesia hacia una comunión que supone relación entre las personas (Cf. 1 Cor. 12-14).

Es de esperar que el citado Documento de la Conferencia Episcopal Española y el correspondiente comentario de la Comisión de Pastoral Social, sirvan de aliento y orientación a cuantos trabajan en esta importante parcela de la vida de la Iglesia. Más aun, que cada comunidad cristiana escuche la voz de los obispos como una llamada que Jesús dirige a todos para que, en las circunstancias de hoy, nos dejemos guiar por el Espíritu Santo en el amor y en el servicio a los pobres.

Que la Virgen Santísima nos alcance la gracia de imitarla en la diligencia con que Ella acudió en ayuda del prójimo (Cf. Lc 1,39; Jn 2,3).

+ Elías Yanes Alvarez
Arzobispo de Zaragoza y
Presidente de la Conferencia Episcopal Española

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